Adicciones

TAPPING PARA IR A LA RAÍZ DE LA ADICCIÓN DEL TABACO


Considero que el caso más difícil al que me he enfrentado, ha sido relacionado con una adicción al cigarro... Una señora que trabaja junto conmigo, llegaba al trabajo fumando, cogía todos los recesos de trabajo para fumar, y cuando terminaba de trabajar, volvía a fumar.

Nos sentamos a una mesa y comenzamos a conversar sobre el cigarro y la importancia que éste tenía para ella. En ningún momento traté de hablarle sobre las consecuencias negativas del cigarro, porque es seguro que de eso ella sabe más que yo, y si seguía fumando es porque el cigarro le gustaba.

En este punto le pregunté: ¿qué tiempo llevaba fumando?, y me dijo que: "más de 40 años”, que fumaba con mucha frecuencia, y que a veces durante la jornada de trabajo se desesperaba un poco pues sentía deseos de fumar y no podía hacerlo.

Entonces hablamos sobre las bondades del cigarro y la importancia de éste, ya que si tanto le gustaba tenía que tener algo bueno, ya fuera: su olor, su sabor, su color, el ruido que hacía al encenderlo, la sensación que le daba al tocarlo o al ponérselo en los labios, etc.

Comenzamos a trabajar con el olor del cigarro. Le pedí que sacara un cigarro y que lo oliera detenidamente, y que dijera si el cigarro olía bien, o si olía mal, y con qué tipo de aroma o fragancia podría relacionar su olor. Me dijo que el cigarro olía muy bien y que el olor que tenía se parecía al del aserrín de madera acabada de cortar.

Entonces le pregunté: ¿Pero tú quieres dejar de fumar aunque te guste mucho?. Me contestó que sí.

En ese momento le dije que: "sin dejar de oler el cigarro repitiera lo que yo le fuera diciendo”. Tomé una de sus manos y en el punto kárate comenzamos a decir la frase inicial partiendo de lo que ella misma había manifestado.

El requisito fundamental para la ejecución de las rondas, era que ella se mantuviera oliendo el cigarro y así lo hizo.

Después de la tercera ronda me contestó: "que le parecía que el cigarro había perdido su olor”.

Continuamos con las rondas, y al terminar la sexta ronda, le dije que podía ir al área de fumar y encender el cigarro. Así lo hizo y cuando volvió, me dijo que no se pudo fumar el cigarro completo pues había sentido náuseas. Yo le dije que no tenía que hacer ningún esfuerzo por dejar de fumar, que lo hiciera cuando ella quisiera.

Más tarde, recordé algo muy importante, que la señora manifestó durante la sesión de Tapping, y fue que, la culpa de que ella fumara la tenía su abuelo pues de niña, él la mandaba a encenderle los cigarros; y me di cuenta de que en ese momento debía haber parado para hacer Tapping con el objetivo de liberar la culpa que ella creía que tenía su abuelo en su adicción, así como la culpa que podría tener ella al juzgar a su abuelo.

Al siguiente día le dije que deberíamos hacer Tapping para perdonar a su abuelo y para perdonarse ella misma.

Después de terminadas las rondas y tras realizar dos respiraciones profundas, me dijo que se sentía muy relajada, y que ahora recodaba que realmente ella no se volvió fumadora cuando se abuelo la mandaba a encender algún cigarro, sino que ella comenzó a fumar cuando participó durante un tiempo con otras estudiantes en labores agrícolas, y la mayoría de estas muchachas fumaban y la instaban a ella a fumar.

Llegado a este punto, donde surgió otra capa, comenzamos con otras rondas de Tapping, donde relacionamos su hábito de fumar con su participación en las labores agrícolas. Hicimos las rondas y ya hace más de seis meses que esta compañera no fuma y dice que todo marcha bien.

Roberto Morales

YA NO FUMO


Después de tres o cuatro días de estar sin tabaco te pedí socorro porque me encontraba muy hundida, sin ánimo, sin ganas de nada y volvimos a vernos. Después de otra sesión contigo todo fue mucho mejor. No he recaído ni espero hacerlo. Muchas gracias de nuevo, Sophie!!!! Mi experiencia ha sido muy positiva, yo sola no me encontraba con fuerzas para dejar algo que me había acompañado gran parte de mi vida. El tapping fué mi aliado en momentos muy muy duros y aquí estoy, sin fumar desde hace ocho meses y dispuesta a seguir así.

Laura Medina. Gijón.

SIMPLEMENTE NO VOLVÍ A TENER GANAS DE FUMAR


Estaba fumando un paquete al día. Vi un cartel de la terapia para dejar de fumar y me decidí a llamar a Sophie. Solo tuve una sesión con ella y después de la sesión no volví a fumar más. Sophie me dijo de hacer unos ejercicios en casa pero no me hizo falta. No los hice ni una vez. Simplemente no volví a tener ganas de fumar. Tampoco tuve ansiedad por la comida, que es lo que me había pasado la otra vez que había intentado dejar de fumar por mi cuenta.

Jaime Marqués, Gijón.

 

DEJÉ DE FUMAR GRACIAS A EFT Y A SOPHIE


Yo deje de fumar gracias a EFT y a Sophie. En tres sesiones más mi trabajo diario en casa hicieron que 15 días después de la última sesión dejara de fumar sin ningún trauma ni síndrome de abstinencia.

Durante las sesiones me sentí genial, muy relajada y muy arropada por mi terapeuta y lo recomiendo a todo el mundo que tenga cualquier tipo de fobia, trauma o adicción.

Como hemos trabajado en el mismo centro varias veces, doy fe de que funciona muy bien con el miedo a volar y con las crisis de ansiedad. Probadlo, no tenéis nada que perder y sí mucho que ganar… vuestra salud.

Cristina Iglesias, dueña del centro "El Jardín de las Terapias", Gijón.

 

PUDE DEJAR DE FUMAR


En cada tratamiento con Sophie he sentido un rayo de luz entrar en mi vida y en mi corazón. La primera vez que pude dejar de fumar utilizaron hipnoterapia con EFT, fue totalmente efectivo ya que anteriormente me hicieron hipnoterapia sin EFT y no me funcionó. Definitivamente funciona para ayudar a borrar todas aquellas memorias que no necesitas. Sophie es una terapeuta guiada por la luz y la intuición además de ser muy profesional.

Carmen Dorado Luna, Londres

ADIÓS ALCOHOL Y AL TABACO


Adiós al alcohol y al tabaco. Si hace un año alguien me hubiera dicho que pasaría cinco meses libre de estas drogas sin sufrir la ansiedad y malestar general que provoca el síndrome de abstinencia, le habría tomado por un iluso, o tal vez por alguien que estuviera intentado reírse de mi.

Empecé a fumar con 10 años de edad, en mi generación fumar era “cosa de hombres” y en un entorno machista/dictatorial, donde el papel de la mujer era casarse o quedarse para vestir santos, era mucho. Tragar el humo, inhalarlo hasta el fondo de los pulmones y expulsarlo después de decir “El buen fumador que sabe fumar echa el humo después de hablar” era el rito iniciático para ser aceptado como un “igual” por el resto de los compañeros.

Y de esto….. ¡¡¡pasaron 47 años!!! llenando los pulmones con su ración diaria ni alquitrán y nicotina, con la excepción de un período de dos años en el que dejé de fumar con gran esfuerzo y sacrificio hasta que un día, en una boda volví a encender un cigarrillo del que no me volví a separar hasta el día 9 de abril en el que fumé mi último cigarrillo.

Y de mis relaciones con el alcohol, contaré que mi primera borrachera la pillé a la edad de 14 años en un internado religioso celebrando la fiesta del fundador de la Orden, después de ingerir un litro y medio de un vino blanco de pésima calidad que mas bien sabía a matarratas, pero tenía que demostrar que yo era “muy hombre” y la cogorza que pillé fue tan monumental que estuve dos años sin probar el alcohol, cuyo recuerdo solo me producía nauseas y mareos …. hasta que en una 1ª comunión otra vez con las festividades religiosas) la madre del primo comulgante (prima mía) me presionó tanto para que tomase “solo una copita” de vino dulce que accedí a ello para quitármela de encima porque ya se estaba poniendo más pesada que una vaca en brazos, y volví a beber habitualmente, ya que en esos días los menores teníamos acceso a las bebidas alcohólicas sin ninguna restricción.

El 16 de junio del pasado 2009 sufrí un ataque al corazón y me lo tuvieron que “resetear y formatear” con una descarga de más de 2.000 voltios que me aplicaron en el Servicio de Urgencias del Hospital Central de Asturias, y el cardiólogo me dijo que dejara el tabaco y el alcohol, lo cual me era imposible por la tremenda dependencia que tenía de las dos substancias a las que estaba fuertemente ligado... hasta que me encontré con Sophie Da Costa.

Sólo necesité un par de sesiones, y lo más sorprendente es la tremenda eficacia del método a pesar de su aparente simplicidad. Libros de literatura antitabaco, chicles, parches de nicotina, etc. quedaron relegados al olvido y fueron depositados cuidadosamente en el cubo de la basura por su inutilidad manifiesta.

¡Solo en dos sesiones lo conseguí!

Y lo mejor es que no solo me ha servido para dejar el tabaco, también en muy pocas sesiones me he recuperado del SEP (síndrome de estrés postraumático) causado por siete años y medio de mobbing (acoso psicológico en el trabajo) en una empresa de maderas en la que trabajé como contable.

¡Qué diferencia de las tan costosas como inútiles y tediosas sesiones con el psiquiatra, que ante su manifiesta incompetencia para tratar el problema, solo sabía prescribirme una serie de psicofármacos algunos de los cuales fueron retirados del mercado por la Autoridad Sanitaria por su alta toxicidad! A mis 58 años he vuelto a despertar a la vida y, a pesar de los desafíos que aún tengo por delante, puedo encarar el futuro con optimismo, alegría y determinación. ¡Gracias Sophie! ¡Que Dios te bendiga!

Sergio Pedraza, Oviedo

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